No hay dos duelos iguales porque no existen dos personas iguales
A menudo escuchamos que los duelos siguen una serie de fases, o que podemos hacer determinadas tareas. Es cierto que, visto a gran distancia, el duelo parece tener ciertas regularidades que se desvanecen en cuanto nos acercamos con el máximo cariño e interés por el proceso que está pasando una persona en concreto. No nos engañemos: si los seres humanos son únicos e irrepetibles, la elaboración de sus pérdidas también lo será.
Si no hay dos personas iguales,
no existen dos duelos ni tan siquiera parecidos.
La terapia de soporte el duelo es un proceso único, que depende de la persona en duelo, su pérdida y la relación con su terapeuta.
Enric Soler
Un duelo de mucha altura
La historia de Violeta y de Bugan
Violeta es una mujer de 35 años, maestra de pedagogía terapéutica. Es arte-terapeuta. Aunque, por razones de confidencialidad, su nombre en este artículo es ficticio, el real corresponde al de una diosa griega que poseía una fuerza arrolladora sobre los guerreros. En su nombre se ganaban batallas en la antigua Grecia.
El significado del nombre de nuestra protagonista significa: “la flor más bella“.
Se identifica con su signo zodiacal: Aries.
Refiere que su árbol es el roble, sin duda uno de los más fuertes y sólidos que existen.
Su color: el turquesa, piedra considerada sanadora, que ofrece bienestar al cuerpo y al espíritu. Se asocia la turquesa con la sintonía espiritual, y tradicionalmente se la considera simbólicamente como estimuladora de la comunicación de la esfera física con la espiritual. La turquesa es una piedra preciosa que fortalece e infunde calma a la vez; purificadora y disipadora de las energías negativas.

A Violeta, como cualquier planta silvestre, le gusta la naturaleza. Ha estado viviendo estos últimos años en un entorno rural pero por cuestiones laborales hace un año se ha trasladado a una gran ciudad. Este último año ha trabajado en un centro de menores, atendiendo casos de máxima complejidad. Su vocación es cuidar de los demás, y es lo que da sentido a su vida. Con el cambio de domicilio, volverá a estar cerca de su familia más cercana. De este modo también le resultará más fácil cuidar de sus padres, que se van haciendo mayores, y de la pequeña Gael, su sobrina de tres años, con la que disfruta de momentos inolvidables.
Ha elegido una zona lo menos urbanita posible para fijar su residencia en la ciudad. Uno de esos pequeños barrios que todavía conservan la esencia de barrio, en el que no ha tardado en echar raíces conectando con los seres humanos más humanos que lo habitan.
Violeta gusta de mantener su contacto con la naturaleza y compartir salidas con personas afines. Como buena planta trepadora, tiene mucha experiencia en la escalada, así que se integra en el Centro Excursionista del Barrio (CEB).
Conociendo a Bugan
El potencial cuidador de Violeta revoluciona el CEB. En su maleta de cambio de domicilio importó una bonita tradición de su anterior contexto rural, que resulta una excelente idea para cuidar a aquell@s a quien quieres: se trata de la celebración de lo que denomina el “Feliz No Cumpleaños“. Aplicar esta ritualización de cuidado en su nuevo contexto social consistía en que todo el grupo se dedique en cuerpo y alma a celebrar y agasajar a un miembro del CEB sin que haya ningún motivo especial para hacerlo. Así, celebran varios “Feliz No Cumpleaños“.
Violeta conoce en el CEB a los que serán su nueva “pandilla”. Dos expertos escaladores: Óscar y Carlos, y una mujer con gran personalidad: Bugan, contracción de Buganvilla.

Bugan tiene 54 años. Se divorció hace un tiempo y se unió al CEB para conocer a nuevas amistades. Tiene una hija de 22 años que convive con ella.
Violeta y Bugan comparten confidencias. Bugan es una gran profesional que, también como buena planta trepadora, ha llegado a lo más alto en su trabajo. Se queja del famoso techo de cristal que atrapa a toda mujer en su desarrollo profesional. En su empresa ya no puede ascender más, ni puede aspirar a un sueldo más alto. Bugan confiesa “sufrir ansiedad”. En su historia de vida se produjo un hecho traumático: cuando ella tenía 22 años, justo la edad actual de su hija, vio morir a su padre entre sus brazos.
Al poco tiempo de conocerse llega el confinamiento por la Covid-19 de modo que la pandilla queda aislada, cada uno en su domicilio. El aislamiento no les impide seguir cuidándose. Se establece una dinámica en la que cada noche, a una determinada hora, harán una videoconferencia en la que, de forma rotativa, cada uno cuidará de los demás en la distancia. Se activan recursos tan sencillos y a la vez tan poderosos en el empeño de cuidar al otro como contar un cuento, inventar un juego… Todas las noches, a la misma hora, nadie faltó a la cita.
Bugan hace una difícil petición a la pandilla
Una vez terminado el confinamiento, Bugan le pide al grupo que quiere ir con ellos a subir una cima de 3000 metros. Era algo impensable dada la falta de experiencia, la falta de preparación física, y la edad de Bugan. La pandilla le insiste sin éxito. Las buganvillas necesitan trepar, y con sus pinchos herirán a cualquiera que se interponga en sus retos. Utiliza sus espinadas ramas para defenderse de la negativa de sus amigos, amenazando seriamente: “Si no subo los 3000 metros con vosotros, lo haré con otro grupo del CEB“.
Ante tal determinación, y viviéndolo como una cierta manipulación emocional, la pandilla accede, poniendo sus condiciones: deberá hacer un intenso aprendizaje y se deberá entrenar con ell@s hasta que esté en condiciones físicas, y disponga de las habilidades y competencias necesarias para lograr su reto. Bugan, determinada y aplicada, acepta y cumple religiosamente con las instrucciones y entreno al que la someten los expertos escaladores.

Preparando el ascenso
Violeta prepara con máximo esmero el ascenso, convertido en formato de un “Feliz No Cumpleaños” para coronar el deseo de bugan y reconocerle su esfuerzo en prepararse para ello. Como no puede ser de otro modo, Bugan está impaciente y quiere tomar un café con Violeta, algo que esta no puede aceptar, ya que tiene previsto preparar la comida para el día siguiente. “Lo siento, Bugan, no puedo ir a tomar un café porque tengo que preparar una empanada para mañana” – dice Violeta. Bugan, más práctica, le sugiere comprar una empanada en cualquier lado, pero para Violeta es importante cocinar la empanada artesanalmente, amasando cariñosamente la masa, dando tiempo a que fermente, y horneando aquello con lo que desea nutrir al grupo en un día tan especial como el Feliz No Cumpleaños en el que Bugan haría realidad su reto personal.
El ceremonial de la preparación de la comida implica un proceso mental y emocional que forma una parte importante del cuidar de los demás. También necesitará tiempo para comprar el vino preferido de Bugan, para celebrar el logro de alcanzar los 3000 metros.
¡Por fin llegó el día!
Violeta, y Carlos se disponen al ascenso de los 3000 metros. Se distribuyen delante y detrás de Bugan para protegerla ante cualquier eventualidad. El reto es importante, y toda precaución siempre será necesaria.
La meteorología es perfecta, así que ascienden poco a poco, haciendo paradas para descansar, y reparar fuerzas con la deliciosa empanada preparada por Violeta. Finalmente logran llegar a la cumbre. Bugan ve cumplido su sueño. ¡Ha conseguido ascender a la cima que se propuso!
Una vez en la cima, feliz y orgullosa de sí misma, se hace unas fotografías y las publica en sus redes sociales. Quiere mostrar al mundo su hazaña. Desea compartir su felicidad de forma pública.
El descenso se realiza con el mismo cuidado. Carlos va delante, y Violeta se sitúa detrás de Bugan. Todo va de maravilla. Ya casi están llegando al coche y van andando por un terreno prácticamente llano.
Accidentalmente, Bugan tropieza con la raíz de un árbol y en la caída se precipita por un barranco de algo más de tres metros de altura. Violeta baja inmediatamente para socorrer a Bugan, mientras Carlos pide ayuda a los servicios de emergencia.
Violeta abraza a Bugan e intenta estimularla para que mantenga el conocimiento, pero finalmente no pudo acogerla y abrazarla en su transición. Bugan pierde la vida en brazos de Violeta, del mismo modo que su padre murió en los suyos.
Terapia del duelo de este caso concreto
Primeros objetivos terapéuticos
Acomodación, aceptación de la demanda terapéutica y establecimiento de las bases de la relación terapéutica.
Violeta hace una demanda en la primera semana posterior al accidente. El primer objetivo terapéutico consiste en la acomodación y la construcción del vínculo terapéutico. En cualquier terapia es fundamental que la relación que se establece entre demandante y terapeuta sea sólida, y cumpla con las características de cualquier relación de ayuda.
Debe quedar claro quién pide ayuda, quien la ofrece, y reconocerse mutuamente como expertos: la demandante es experta en su propia vida, y el terapeuta experto en el cambio. Es imprescindible establecer un encuadre en cuanto a espacio y tiempo de las sesiones.
El terapeuta evalúa el tipo de demanda y, conocedor de sus capacidades y limitaciones, debe aceptar o derivar la demanda. La demandante debe otorgarle al terapeuta la autoridad técnica, escuchando si sus sentimientos le indican que este terapeuta será útil para su demanda. Esta es una gran responsabilidad, ya que implica estar dispuesta a invitarle a formar parte de su vida durante un recorrido vital tan trascendente y doloroso.
Por ello es muy recomendable que la decisión no se tome en la sesión cero (el primer contacto), sino que la persona demandante se tome un tiempo para elegir el terapeuta con el que se sienta más cómoda, y que esa decisión sea tomada sin la presencia del mismo.
Violeta otorga al terapeuta un supuesto saber para ayudarla
En este caso Violeta sintió que el terapeuta era el profesional adecuado, y le eligió para recorrer juntos un doloroso camino que la conduciría a dar sentido a la pérdida y el trauma vividos, convirtiéndolos en heridas bien cerradas que siempre serán visibles para recordarle que la vida es una sucesión de pérdidas que nos entrenan para nuestra propia muerte, y que a la vez esas cicatrices le harán la piel más dura para afrontar nuevas pérdidas en su biografía futura, o que la dotarán de herramientas para ayudar a otr@s en duelos parecidos.


Anverso y reverso de una tarjeta que Violeta ha dibujado, en la que hace suyos los “peces sociales” que el terapeuta tiene en el acuario de su sala de espera, como herramienta simbólica que le ayudará a “quitarse la máscara de guerrera superficial” para conectar con la dolorosa “SENSIBILIDAD” necesaria para hacer frente a la pérdida.
Acepta explícitamente la ayuda cuando expresa: “Con esto, no puedo yo sola“.
Empezando la terapia
El primer objetivo de cualquier psicoterapia del duelo debería ser la integración y asimilación de la experiencia de pérdida traumática. Esto se consigue con lo que llamamos ventilación emocional, una técnica en la que el terapeuta se dispone a escuchar activamente, con todos sus sentidos, la narrativa de lo ocurrido. Entendiendo que el terapeuta no es más que un espejo de la persona que hace la demanda terapéutica, cuanto más activamente escuche a su clienta, esta podrá escucharse más activamente a sí misma, integrando mucho mejor el trauma ocurrido y la pérdida que de él se deriva.
La mejor forma de creer lo increíble,
es contártelo a ti mism@ las veces que haga falta
Enric Soler
A partir de esta escucha activa el terapeuta maneja la información que se ha narrado en la exposición del caso.
“Aprovechando un roto, nace un árbol humilde, que me aporta un poco de estructura”
Violeta utiliza sus propios recursos. Medio “confitada” como ella dice, por la pandemia de la Covid-19, no hay obstáculos para describir elementos como la crueldad de la vida, la culpa, la herida, el dolor, la desesperación, la contingencia, el amor, la dispersión, la oscuridad, la rabia, la ansiedad, el naufragio, la tristeza, el vínculo y la muerte.
En su casa germina un árbol terapéutico que le aporta estructura y en el que pronto empezarán a brotar nuevas hojas de gran carga emocional, que la ayudarán a hilar la esencia que le queda de su amiga. La valentía, la ruptura, la ternura, la sensibilidad, la fusión de lo claro con lo oscuro, la intimidad, la toxicidad, son elementos que la ayudan a conjugar el árbol que estructurará su revolución emocional interna junto a la silla vacía que ha dejado su Bugan.
Todo ello queda recogido en este impresionante trabajo emocional plasmado en formato multimedia, de Violeta:
Viendo este impresionante trabajo terapéutico en formato de vídeo, en la que la doliente se entrega en cuerpo y alma al dolor de la pérdida, así como al árbol que renace de ella, cualquiera podría creer que su duelo ha terminado. Pues no. Todavía queda un camino que recorrer.
¿Qué ha evidenciado la pérdida de Bugan en el CEB?
Una de las cosas importantes que se debía hacer, es un protocolo de accidentes mortales para el CEB. No se podía repetir que, si alguien volvía a perder la vida en una escalada, sus familiares se enteraran del fallecimiento por un grupo de WhatsApp, como había ocurrido en el caso de Bugan. Es una tarea que todavía está pendiente, en la que Violeta está decidida a involucrar a todo el Centro Excursionista del Barrio.
Las personas excepcionales,
elaboran duelos excepcionales
Enric Soler
Primera excursión sin Bugan: ¿Las casualidades existen?
En la siguiente sesión terapéutica Violeta pone encima de la mesa su primera salida a la montaña después del fallecimiento de Bugan. Fue una salida, con sus compañeros alpinistas, a una montaña de poco riesgo. A pesar de ello, se dieron de bruces con otro accidente parecido al que sufrió Bugan: una chica joven había caído por un despeñadero similar al que sesgó la vida de Bugan. Sus compañeros y ella se encargaron de socorrer a la chica accidentada y pedir auxilio a los servicios de emergencia. Se percataron que no tenía experiencia y que no iba equipada con el equipo de seguridad adecuado.
¡Qué casualidad que se encontraran con otro accidente!
Pero… ¿Las casualidades existen? Violeta está convencida de que no. En cualquier caso, fue una experiencia impactante para ella.
Ritual de homenaje a la fallecida
Transcurrido el tiempo necesario para ser capaces de enfrentarse al tremendo vacío que había dejado Bugan, l@s dos alpinistas sintieron la necesidad de reencontrarse con la ausencia de Bugan en el lugar del accidente. Prepararon, con todo su afecto inundado de dolor, el homenaje más íntimo. Durante el camino, fueron recogiendo flores silvestres que, junto a una rosa de su funeral, que se secó tornándose inmortal en el árbol de Violeta, conformarían un ramillete que depositarían justo en el lugar donde Bugan perdió su vida. Llevaron la misma botella de vino, el favorito de Bugan, que no pudieron beber junto a ella el día del fatal accidente, para brindar por su memoria en el lugar que el destino separó sus caminos.
A ese ritual subyace una actitud extraordinariamente saludable de reeditar la experiencia de exponerse al trágico escenario junto a algo que resulta muy doloroso de afrontar. En realidad a esta excursión no salieron dos personas, sino que fueron dos, junto al vacío que había dejado Bugan.
En términos de duelo, no hay nada más saludable que enfrentarse cara a cara con la presencia de la ausencia de la persona fallecida
Enric Soler
Sorprendente coincidencia
Al llegar a la base de la montaña, descendieron los tres metros por los que se precipitó Bugan. Ahí depositaron su ramo de flores silvestres. Todavía estaban sus gafas. El silencio se rompió por las advertencias de unos guardas forestales que venían a señalizar el lugar como peligroso. Violeta y Carlos se identificaron ante los guardas, de modo que tanto un@s como otr@s se impresionaron de haberse encontrado en ese momento, en ese mismo lugar, y por el mismo motivo.
Los guardas les pidieron información muy concreta sobre cómo había sido el accidente. L@s dos alpinistas asesoraron a los guardas forestales con toda precisión. Los guardas forestales iban preparados para colocar carteles de aviso, abrir un camino alternativo, y fueron advertidos por los tres alpinistas: “Por favor, corten esa raíz, que es la que hizo tropezar a nuestra amiga“. Se despidieron, agradeciéndose mutuamente la ayuda.
¡Qué casualidad haber encontrado a los guardas forestales, justo ese día, a esa hora!
Pero… ¿Las casualidades existen? Violeta está convencida de que no.
Conectando puntos: Encontrar un sentido a la pérdida
Superada la prueba de visitar el escenario de accidente junto a la presencia de la ausencia de Bugan, Violeta se encuentra en mejor disposición para conectar puntos. Sabe y respeta que todos somos diferentes. Una de las grandes diferencias entre ellas dos es que, mientras Violeta es una persona que disfruta del viaje de la vida, para Bugan era más importante la estación de destino que el viaje. Conseguir retos era lo que daba sentido a su vida. Los fracasos, como su divorcio, no parece que fueran apreciados como aprendizajes sino como cosas que ocurren y que se abandonan por insatisfacción.
Quizás el conjunto de insatisfacciones a los que tiene que hacer frente todo ser humano pudieron ser vividos como ese “sufrir ansiedad“. ¿Realmente era ansiedad? ¿Es muy disparatado considerar que para Bugan fuera menos doloroso otorgarse ansiedad, y en realidad fuera frustración, o tristeza, o pena? En cualquier caso, los síntomas de ansiedad y los de depresión acostumbran a presentarse asociados.
Atando más cabos
Por otro lado, se da la circunstancia de que Bugan tuvo que pasar por el terrible mal trago de tener que ver morir a su padre cuando ella tenía 22 años, justo la edad actual de la hija de Bugan. ¡Cuidado! ¡Justo ahora es cuando se podría repetir ese patrón transgeneracional! ¿Es casualidad que Bugan fallezca en los brazos de Violeta justo en el momento en el que su hija tiene la misma edad?
Respondiéndose a preguntas
¿Podemos considerar que, inconscientemente, sin saberlo, sin tan solo sospecharlo, Bugan “eligiera”, con todas las comillas del mundo, de forma inconsciente, morir en el mismo momento evolutivo de su padre, después de alcanzar su último gran reto, pero en otros brazos mucho más capaces de sostener una situación tan difícil, y evitando así a su propia hija el trauma que ella tuvo que soportar?
¿Sería disparatado pensar que Bugan logró uno de los retos más inalcanzables, como lo es el hecho de conseguir romper parte del patrón transgeneracional según el cual los padres mueren en brazos de sus hijos cuando estos tienen 22 años?
¿Es posible interpretar que Bugan invocó, de forma no consciente a Violeta, a ocupar un lugar de tan extraordinaria relevancia en su vida, como lo es elegir los brazos en los que abandonarse al descanso eterno? ¿Es tan extraño pensar que una madre puede proteger de un trauma a su hija sin ser consciente de ello?
Violeta así lo siente. Y lo es de tal modo que recibe con gratitud el legado experiencial de Bugan, que le ha hecho ser consciente de que existe el suicidio no consciente. Tanto es así, que Violeta ha quedado dotada para siempre con un don que le permite identificar factores de riesgo de posibles suicidios no conscientes en personas de su entorno. Violeta es consciente de que existe el suicidio no consciente.
Está impactada al observar que en tiempos de post-confinamiento, en una sociedad traumatizada por la devastación humana de la pandemia, hay más accidentes de montaña, tenemos noticias de que ha aumentado el número de ahogados en las playas, así como los accidentes mortales de tráfico. En su trabajo puede percibir que hay personas que han relajado las medidas preventivas de contagio de la Covid-19, especialmente abuelo@s con determinados rasgos de personalidad que se acercan mucho más de lo que debieran a sus nietos que, interaccionando en las aulas, pueden ser portadores asintomáticos del virus.
En definitiva, es como si Bugan le hubiera dicho de forma no consciente a Violeta: “Hazme de hija para morir, y a cambio te daré herramientas para que l@s que cuidas puedan vivir”.
…así como hay suicidios que responden a un acto deliberado del sujeto, también hay suicidios que responden a propósitos inconscientes, los cuales se sirven de ocasiones riesgosas para alcanzar su fin y así pasar por desgracias.
Freud (* )
La sensy-visibilidad
Violeta le regaló esta obra de arte al terapeuta, en la que inventa un nuevo concepto: la sensy-visibilidad, combinación de las palabras “sensibilidad” y “visibilidad”, que identifica como los factores que la han ayudado a encontrar clarividencia en el oscuro pozo del dolor y del trauma. En realidad el terapeuta es solamente un reflejo de su cliente. La única misión del psicólogo es estimular las capacidades de sus clientes. En este caso, la “sensy-visibilidad” de Violeta.

En el dorso del panel de madera hay un dibujo tipo mandala, de formas orgánicas, suaves, bien definidas. Es una flor de siete pétalos, completamente abierta, grabada a fuego. Ni más ni menos, la flor resultante del injerto entre una Violeta y una Buganvilla. La flor más hermosa, que acompañará a Violeta durante todo el trayecto de su vida. Es, en definitiva, la cicatriz grabada a fuego para Violeta.

Pandemia, confinamiento y suicidio no consciente
Llama mucho la atención que en un momento de pandemia, que ha implicado un duro confinamiento para la población y se han visualizado las deficiencias estructurales de nuestra sociedad, del sistema de seguridad social, y del sistema político, que dejan poco margen a un panorama esperanzador, hayan aumentado los accidentes de montaña, los ahogados en las playas, los accidentes de tráfico, e incluso nuevos accidentes como el que se ha producido en Barcelona de la muerte de un muchacho que circulaba con un patinete.
¿Cuántas de estas muertes podrían ser suicidios no conscientes?
(* ) Freud, S. (2001). Psicopatología de la vida cotidiana. En J. Strachey (Ed.) y J.L. Etcheverry y L. Wolfson (Trads.), Obras completas (Vol. 6). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu (Trabajo original publicado en 1901).
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