Morir por la Covid-19: El duelo confinado

Artículo en memoria de Ramona Purgimon Martí, víctima mortal de la Covidien-19, fallecida el pasado 7 de abril de 2020 a los 73 años. Descanse en paz.

El duelo de las familias a causa de la Covid-19 es traumático por definición


Tabla de contenidos
  1. El duelo de las familias a causa de la Covid-19 es traumático por definición
  2. En contra de la consideración generalizada, el duelo no es solamente un proceso intrapsíquico individual
  3. El duelo es la mayor amenaza para el equilibrio de toda la familia
  4. Factores de riesgo de duelo complicado y Covid-19
  5. ¿Cómo podemos comprender el duelo como algo que afecta a la familia en su conjunto?
  6. Etapas del duelo familiar
  7. Tareas del duelo familiar
  8. Las familias resilientes
  9. Bibliografía


Si has perdido un familiar a causa de la Covid-19 y estás leyendo estas líneas, no puedo expresarte el socorrido “lo siento mucho“. Sería un mal comienzo, ya que nadie más que tú y tu familia puede imaginar lo que habéis tenido que vivir. En todo caso, permíteme que te presente mi más profundo respeto por el dolor y sufrimiento por una pérdida que, por las circunstancias en las que ha ocurrido, se aventura realmente muy complicada de elaborar. Nadie que no haya vivido semejante pérdida somos capaces de imaginar los niveles de dolor y sufrimiento que deben estar sintiendo quienes han tenido que vivir tan terrible experiencia.

En contra de la consideración generalizada, el duelo no es solamente un proceso intrapsíquico individual

Empecemos por el principio. Existe una concepción tradicional del duelo entendido como un proceso unipersonal de adaptación a una pérdida. Por supuesto, lo es, pero eso es solo una pequeña parte.

Son numerosos los investigadores sobre los procesos de duelo: desde la propuesta de Elisabeth Kübler Ross (1969), que estableció unas determinadas “fases” del proceso, pasando por la propuesta de Worden (1991), que consideraba al ser humano como sujeto proactivo que debía llevar a cabo una serie de “tareas” para elaborar el duelo, hasta un sinfín de concepciones teóricas de diversa índole para intentar comprenderlo.

¿Quién no ha escuchado algo sobre las fases del duelo?, ¿Quién no ha oído hablar sobre las tareas del duelo?

Después de haber atendido a más de un millar de familias que perdieron un ser querido en distintas unidades de cuidados paliativos, me pregunto: ¿Para qué sirven esas fases, que no todas las personas las viven del mismo modo, ni en el mismo orden?

Al final he llegado a la conclusión de que son útiles para situar al terapeuta: “Qué bien, mi paciente ya está en la fase de negociación, así que ya solo le queda la de aceptación y ya estará el trabajo terminado. En una relación terapéutica de ayuda, lo de menos es que el terapeuta se vaya tranquilo a su casa por haber conseguido “catalogar” el momento del proceso de un duelo.

Quien haya profundizado un poco más, seguro que habrá escuchado acerca de las “tareas del duelo”. Por lo menos es una perspectiva que contempla al doliente como un sujeto proactivo, es decir, que puede hacer algo para ayudarse a sí mism@ para superar la pérdida de un modo saludable.

Aun así, de poco va a servir que un terapeuta prescriba tareas como quien receta un medicamento. Nadie mejor que la persona que está sufriendo sabe qué le hace bien, y qué le perjudica durante el proceso de cicatrización de su pérdida.

Se echa de menos el conocimiento y la difusión de los procesos de elaboración del duelo desde un punto de vista más amplio: ¿Cómo elabora un duelo todo un grupo familiar?. Quizás sea porque l@s psicólog@s, como seres humanos que somos, también caemos en los tabúes culturales.

De hecho, la muerte es el gran tabú de la sociedad occidental (Bowen,1976), y hay muy pocos profesionales formados y con habilidades y competencia suficientes para sostenerse firmes, a la vez que cercanos, frente al dolor de toda una familia.

Se ha priorizado el abordaje individual, aunque es imposible considerarlo así. En cualquier psicoterapia de soporte al duelo, la persona que está en duelo habla de la persona fallecida y también de las reacciones emocionales de sus familiares. Al invocarlos, tod@s ell@s están simbólicamente presentes en la sesión.

El duelo es un proceso de adaptación por la ruptura involuntaria de un vínculo afectivo.

Es, por lo tanto, un fenómeno de naturaleza relacional

Enric Soler

Así vemos que muchos modelos de atención al duelo no hacen referencias familiares, a pesar de que el duelo sea intrínsecamente familiar. El contexto influye en el proceso, y el proceso influye en la conducta y en la expresión emocional de tod@s los miembros de la familia. No tener en cuenta el proceso familiar implica un abordaje psicoterapéutico empobrecido, sesgado y, por lo tanto, una intervención inadecuada.

El duelo es la mayor amenaza para el equilibrio de toda la familia

Cualquier familia se mantiene en un equilibrio estable. No todas las familias son perfectas. Ya se sabe, en todas partes cuecen habas… Pero si hay algo que tienen todas las familias en común es que funcionan. Con más o menos dificultades, funcionan para que sus individuos nazcan, se desarrollen, vivan y fallezcan en un contexto de relaciones de afecto, intimidad y protección mínimamente suficientes.

A lo largo de su ciclo de vida, las familias van haciendo pequeñas adaptaciones para hacer frente a sus necesidades en cada momento. Son movimientos familiares armónicos, que no ponen en riesgo el equilibrio del conjunto familiar.

Y lo más importante: lo que le ocurra a uno de sus miembros, repercute en todo el conjunto. Cuando tengo enfrente una familia, la imagino como un móvil de Alexander Calder. Como psicólogo, me fascina comprender esos movimientos. La única vez que tuve ocasión de ver intervenir a Santiago Minuchin en persona, dijo: “si quieres comprender a una familia, deja que ‘baile’ enfrente de ti, como su tú no estuvieras presente“. ¡Eso hago, y es maravilloso…!

Representación artística en la obra de Alexander Calder, que me sugiere metafóricamente los movimientos armónicos que realizan las familias para adaptarse a las necesidades de su ciclo vital.

Cada familia es única, como las obras de arte de Alexander Calder. Tienen tendencia a mantenerse en equilibrio, y a la vez tienen la capacidad de encontrar un nuevo equilibrio conforme se van enfrentando a las etapas de su ciclo vital: Soltería > Emparejamiento > Nido completo > Nido vacío > Vejez > Muerte. Cuando algo ocurre a uno del los miembros de la familia, igual que si movemos una de las piezas de la obra kinética de Calder, todos los demás miembros se ven afectados.

Si bien cada familia es única es irrepetible, hay dos aspectos que todas tienen en común:

  1. Su principal preocupación es mantenerse en equilibrio a toda costa, e intentarán defenderlo a ultranza ante cualquier amenaza.
  2. Cualquier cosa que ocurra a uno de sus miembros, afecta a los demás, y pone en crisis el equilibrio válido hasta ese momento.

Por ejemplo: las necesidades no son las mismas cuando se espera la llegada de un@ hij@, que cuando ést@ se independiza para formar una nueva familia. En todo caso, son adaptaciones progresivas, y la mayoría de ellas esperadas y asumidas como naturales.

En general, las familias tienden a mantener ese equilibrio, porque cambiarlo implica enfrentarse a la incertidumbre y requiere esfuerzos de adaptación. Es lo que l@s psicólog@s llamamos “equilibrio homeostático”.

homeostasis

Fijaos si es importante esta estabilidad homeostática, que incluso en procesos que requieren encontrar un nuevo equilibrio para hacer frente a acontecimientos naturales que implicarán un cambio de posición homeostática notable, las familias necesitan utilizar unas “herramientas especiales” que la cultura a la que pertenecen pone a su disposición.

Por ejemplo, los rituales como la celebración de una boda sirven para que los novios asuman, integren, la pérdida de su identidad como personas solteras, y la celebración de la boda sirve para que los consuegros puedan asumir con menos dificultad el duelo por el popularmente llamado “nido vacío”. En todo caso son cambios “normativos”, es decir, considerados normales.

Pero a veces se presentan dificultades “no normativas”, es decir, no comúnmente aceptadas como normales, y que requerirán un cambio de equilibrio homeostático de vértigo.

La muerte por el Covid-19 es uno de los mayores retos que la familia deberá afrontar en este momento de pandemia. Se trata de una pérdida que se da en unas circunstancias tan dramáticas que el duelo de las familias tendrá, sin duda, unos criterios clínicos de una complejidad solo comparable a la pérdida más antinatural i cruel de todas: la de un hijo.

Los sistemas familiares tienden a mantener un equilibrio cambiante en función de edades, roles y ciclo vital familiar.

La muerte introduce un desequilibrio, en el que el rol del difunto es fundamental.

Ante una pérdida no traumática, la familia tenderá a mantener su equilibrio con todas sus fuerzas, aunque sea intentando “tapar” la presencia de la ausencia mediante mecanismos de defensa familiares como el desplazamiento de sentimiento (centrarse en la búsqueda de un culpable).

Se puede considerar que la familia ha elaborado el duelo cuando es capaz de convivir con la presencia de la ausencia de quien ha fallecido

La familia también puede intentar esquivar la incertidumbre del cambio introduciendo elementos patológicos como los secretos de familia, o bien generando vacíos generacionales…

Quizás intente evitar el dolor de la pérdida infantilizando a otro miembro de la familia (por lo general, la pareja) haciéndolo “portador oficial del duelo de todos” y tributario de “ser la nueva preocupación” del grupo familiar. “Mientras nos preocupamos de cómo lo lleva mamá, evitamos conectar con las emociones de la pérdida de papá“. Como si solo fuera ella la que resultara afectada por la pérdida.

También es posible que eviten el dolor de hoy, que retornará en forma de sufrimiento patológico en un futuro. Hay definidos y estudiados hasta 12 mecanismos de reajuste homeostático desadaptativos, pero mejor los dejo para un próximo seminario para profesionales.

En los duelos traumáticos, como el de la muerte por Covid-19, las probabilidades de que las familias utilicen esos mecanismos disfuncionales aumenta considerablemente.

Sin embargo, otras familias con características de funcionamiento más saludable (capacidad de adaptación, flexibilidad en sus roles, con límites bien definidos a la vez que semipermeables, con antecedentes de resolución de duelos de forma satisfactoria, y con un buen soporte social) serán más resilientes, y utilizarán herramientas más efectivas para hacer frente a la pérdida traumática por Covid-19.

Todas las familias tienen una “nube” en la que almacenan…
¿Qué guardan las familias en sus respectivas “nubes”?

Ya hemos visto que las familias mantienen un delicado equilibrio que es armónicamente dinámico. Esta dinámica suave y equilibrada sigue unas leyes propias que se encuentran “almacenadas” en su propia “nube”, a la que podríamos llamar “inconsciente familiar”. La pérdida abrupta de uno de sus miembros obliga a las familias a reequilibrarse rápidamente al margen de estas leyes. La familia queda prácticamente obligada a encontrar un nuevo equilibrio de forma disharmònica, desorganizada, incumpliendo sus propias leyes, y menudo patológica. Se trata de una reacción de emergencia ante la amenaza de desintegrarse. Estudios científicos demuestran que más de un 90% de los padres que han perdido un hijo, acaban divorciándose. La familia se desintegra.

Factores de riesgo de duelo complicado y Covid-19

Si bien lo más común es que los duelos se resuelvan de modo satisfactorio en la mayoría de los casos, existen posibilidades de que el proceso se altere, y en las pérdidas de seres queridos causadas por el Covid-19 estas posibilidades se incrementan exponencialmente.

El psiquiatra británico Colin Parkes (2000) realizó en los años 70 una excelente aproximación a los agentes que intervienen en la complicación del duelo y los clasificó en función del momento en que se producen:

Precedentes a la muerte

A pesar de que la pandemia del Covid-19 se inició en Wuhan (China), nos llegaron noticias de la gran capacidad de contagio de este virus, y de los estragos que causó en la población.

Sin embargo, aunque sea como un mecanismo defensivo, a nuestra población nos pareció algo muy lejano. A día de hoy, incluso reconocidos epidemiólogos de Sistema Sanitario reconocen abiertamente que no imaginaron que el Covid-19 llegara hasta nosotros. Esta circunstancia ha impedido que los familiares de nuestros fallecidos no pudieran prepararse emocionalmente para anticipar la posible pérdida.

Concurrentes a la muerte:

Sabemos que en nuestro país hay excelentes unidades de cuidados paliativos, suficientemente preparadas para que nadie muera con síntomas insoportables.

De este modo estábamos convencidos de que la muerte de nuestros seres queridos sería en circunstancias normales y en un contexto de intimidad, con la persona enferma, arropada por sus familiares y amigos, y que se produciría un desenlace en paz.

Sin embargo, el sistema sanitario se ha desbordado, las familias no han podido ver la evolución de las personas ingresadas. Las familias no han podido establecer un vínculo sólido con los equipos de atención, que les hiciera sentirse seguras respecto a los cuidados. En estas circunstancias, la mayoría de dolientes no saben ni dónde, ni cómo, ni en manos de quién ha muerto su familiar.


Mi marido ingresó por un poco de fiebre y porque le costaba respirar y no supe nada más de él hasta que mi cuñado me dijo que le llamaron del hospital para informar de su muerte. No encontraron ningún otro número de teléfono que el suyo. Le dijeron que no nos preocupáramos del cadáver, que ellos se encargaban de todo. Me pasé dos días llamando a todos los servicios funerarios para encontrar su cuerpo”.

Por televisión dicen que las enfermeras les dan la mano cuando mueren. Quiero pensar que es cierto, y me gustaría agradecerle personalmente a quien lo hiciera, pero nunca lo sabré.” -Comenta una afectada-.

Según Walsh & McGoldrick (2004) los factores de riesgo que mejor predicen que una familia va a tener dificultades en la elaboración del duelo inciden en:

  • Pérdidas no normativas (muerte en circunsancia no esperable en un contexto natural)
  • Pérdidas múltiples
  • Pérdidas que se presentan en cambios de etapa en el ciclo vital de las familias.
  • Pérdidas traumáticas. Las causadas por el Covid-19 lo son, sin duda.
  • Pérdidas que se dan en familias con antecedentes de duelos no resueltos.

Kissane & Bloch (1998) han hecho investigaciones sobre los factores de riesgo en función de la tipología de familia, llegando identificar los siguientes:

  • Familias con niveles de cohesión bajos o extremadamente altos.
  • Dificultades de comunicación.
  • Dificultades para adaptarse a cambios naturales.
  • Roles ejercidos de forma rígida, sin posibilidad de delegar funciones.
  • Familias con dificultades para expresarse emocionalmente.
  • Familias incapaces de resolver conflictos internos.
  • Familias con grandes influencias culturales y/o religiosas.

No se trata de buscar culpables, pero en estos dos últimos meses han muerto miles de personas de forma indigna. Esto no ayuda en nada a la elaboración del duelo.

Consecuentes a la muerte

Posteriormente a las muertes por Covid-19 los familiares se enfrentan a enormes dificultades a causa del confinamiento. No hay funerales, no hay abrazos ni lágrimas compartidas. No hay posibilidad de apoyo social, no hay una rutina diaria que redimensionar…

Solo hay medios de comunicación que arrojan bailes de cifras de “muertos”. Sí: les llaman muertos. El Gobierno de España ha optado por confundir una pandemia con una guerra, así que se les considera carne de cañón; ni tan solo se tiene la delicadeza de referirse a ellos como fallecidos. Solo hay mensajes estériles (por no tildarlos de insultantes) del tipo “Todo irá bien“.

¿Cómo que todo irá bien? ¿Qué falta de respeto es esa por las familias de las víctimas de este maldito coronavirus? A miles de familias YA no les ha “ido bien”.

No se trata de buscar culpables,

pero en estos dos últimos meses

han muerto miles de personas de forma indigna

Emilio Gamo Medina, gran investigador sobre el duelo y las etapas de la vida , propone como factores de riesgo:

El grado de convivencia con la persona desaparecida: En el caso de la Covid-19 ha resultado una angustia añadida por el miedo al contagio

  • La imprevisión de la pérdida: Todas las defunciones por Covid-19 son inesperadas, por muchas enfermedades de base que el infectado tuviera, que las podía tener, pero controladas.
  • La simultaneidad de pérdidas: ¿Cuántas familias han perdido uno o más seres queridos, y además se han quedado sin trabajo?
  • El grado de convivencia con la persona desaparecida: En el caso de la Covid-19 ha resultado una angustia añadida por el miedo al contagio

Son centenares los investigadores que han trabajado sobre los factores de riesgo del duelo complicado pero no quisiera dejar de mencionar a Weisman (1989), que propuso como factores predictores de duelo complicado una descripción exacta de la situación en la que nos encontramos:

El mayor factor de riesgo de duelo complicado es una muerte intempestiva, absurda o injusta, que trunca una vida en un momento inesperado.

Weisman (1989)

¿Cómo podemos comprender el duelo como algo que afecta a la familia en su conjunto?

Dando por hecho que hay una extraordinaria difusión de la literatura científica sobre el duelo entendido como un proceso individual, creo que se hace imprescindible la comprensión del fenómeno adaptativo frente a una pérdida desde una mirada más amplia: El duelo familiar.

El duelo es un proceso familiar que se pone en marcha a partir de la pérdida de uno de sus miembros

Bowlby, 1980

La pérdida, o la amenaza de pérdida de uno de los miembros de la familia es la peor crisis a la que tiene que hacer frente el sistema familiar.

Bowen,1976

La pérdida de un@ de los miembros de la familia implica que todos y cada uno de ellos deben enfrentarse al dolor, y como grupo se ven obligados a reorganizar su estructura funcional como familia para seguir funcionando como tal, de forma efectiva. Se trata de poder seguir llevando a cabo las tareas propias de la familia, la primera de las cuales será aprender a vivir con la presencia de la ausencia de la persona fallecida. Puedes consultar más información en el artículo de este blogEl duelo en la familia” y también en “Dime como es tu familia y te diré como elaboraréis el duelo

La muerte de un miembro de la familia supone la muerte de la familia misma, siendo entonces el objetivo del duelo establecer las bases de un nuevo sistema familiar, que surgirá del anterior, pero que no va a ser el mismo.

Greaves, 1983; Gilbert, 1996

Si eres una persona que ha sufrido la pérdida de un familiar por el Covid-19, y crees oportuno un soporte al duelo, tanto si piensas en acudir a terapia tú sol@ o con tus familiares: elige bien a tu terapeuta porque depositas en él o ella la estimulación del nacimiento de tu nueva familia. Es una gran responsabilidad.

Si eres terapeuta y no te sientes con las competencias y habilidades para promover y cuidar la gestación, y “asistir el parto” de una nueva familia, sé honest@ y deriva a profesionales preparados aunque, lamentablemente, a día de hoy no hay mucho@s.

Etapas del duelo familiar

1.- Reagrupamiento de la familia nuclear.

Una vez se ha producido el fallecimiento, la familia nuclear refuerza sus vínculos afectivos internos, restringe sus áreas de movimiento, selecciona los contactos con el exterior para delegar funciones imprescindibles en este momento en personas de confianza, o miembros de la familia extensa.

En definitiva, es como si se concentrara “un gabinete de crisis”en la casa procurando incrementar el tiempo de contacto mutuo y disminuir los estímulos exteriores. Eso les hace sentir unidos y más fuertes ante la “visita” ya ineludible de la muerte.

En la actual situación de confinamiento se ve comprometido este primer movimiento familiar, ya que algunos miembros de la familia nuclear pueden estar confinados en sus domicilios y no pueden “encastillarse” juntos.

Además en esta primera etapa se toman decisiones que en una situación normal vienen muy marcadas por la cultura a la que pertenecen, y en situación de confinamiento puede llegar a ser imposible cumplirlas.

2.- Intensificación del contacto con la familia extensa, o con personas afectivamente cercanas a la familia (amigos, etc.).

Una vez la familia nuclear ha “hecho piña”, se comunica el fallecimiento a la familia extensa, que a su vez se aproximará a la familia nuclear, ofreciendo su apoyo y ayuda si es necesaria. Ocurrirá lo mismo con las amistades, que reconocerán el dolor de la pérdida, y ofrecerán apoyo en lo que la familia nuclear considere necesario, dependiendo del Ciclo Vital de la Familia Nuclear (el momento evolutivo en que se encuentren).

Es frecuente que se delegue en este círculo extenso la organización de los rituales de despedida y evacuación del cadáver, o bien que se trasladen al domicilio familiar para ocuparse de los niños o de la rutina doméstica.

En situación de confinamiento la familia nuclear puede comunicar la pérdida a la familia extensa y amistades mediante medios de comunicación no presenciales, pero sí se ve privada del confort de un abrazo, de compartir el dolor, y se ve completamente imposibilitada para organizar los rituales de despedida habituales de su cultura, e incluso de poder despedirse del cadáver.

3.- Disminución de la comunicación con el medio externo.

Aunque sin llegar a las exigencias sociales del antiguo luto de hace unas décadas, en el que se imponía un plazo de tiempo de obligado cumplimiento en cuanto a la forma de vestir, o la prohibición de participar en actividades sociales festivas, todavía sigue manteniéndose una cierta disminución del intercambio con el medio externo, reduciendo las actividades sociales, especialmente las consideradas más frívolas.

La ausencia actual de normas claras a este respecto en nuestra cultura occidental puede crear conflictos inter-generacionales acerca de lo prohibido y su duración.

En la actual situación de confinamiento, miles de familias se ven obligadas a permanecer encerradas en su domicilio, y los únicos inputs que les llegan del exterior son los aplausos que el personal sanitario dedica a cada paciente en el momento del alta médica, y mensajes vacíos y/o ambivalentes como el famoso “todo irá bien”. A esas familias no les ha ido nada bien.

4.- Apoyo sociocultural a la continuidad de la Familia.

Como es más que evidente, la sociedad se organiza en una unidad principal: la familia. De este modo cada familia asume unas funciones que la sociedad no podría proporcionar por ser demasiado pormenorizadas.

Se trata de las funciones de alimentación, cuidado, educación, auto sostenimiento económico, por lo que a nivel social hay un gran interés para que el grupo familiar siga existiendo y desarrollando sus funciones a pesar de perder uno de sus miembros.

Además de la ayuda que presta el entorno cercano y la familia extensa, las sociedades con recursos, destinan parte de ellos a apoyar la continuidad de la familia. Esto se traduce en becas de estudios para los hijos, pensiones de viudedad, subsidios por situación de vulnerabilidad, colegios para huérfanos, exenciones (hace pocas décadas, los hijos varones quedaban exentos de realizar el servicio militar), asociaciones de viud@s, seguros de vida, planes de pensiones, hipotecas inversas…

Todos estos recursos tienen un objetivo: ofrecer apoyo social y económico a la nueva familia, quizás ahora carente de su fuente principal de recursos.

La emergencia sanitaria del Covid-19, concretamente en España, ha llegado cuando las arcas públicas ya habían sido vaciadas por políticos corruptos, y justo después de una crisis económica mundial sin precedentes.

¿Habrá suficiente soporte social para que el Covid-19 no destruya familias además de destruir vidas?

No hace falta ser adivino para responder a esta pregunta, que también se hacen los familiares de las víctimas del Covid-19, que además de haber perdido a un ser querido es probable que hayan perdido fuentes de ingresos de otros miembros de la familia. ¿Esa incertidumbre ayuda a elaborar el duelo? Rotundamente NO.

5.- Tregua en los conflictos familiares existentes o reconciliación

En toda familia o sistema saludable (insisto en lo de “sistema saludable”, ya que lo que voy a exponer a continuación no se ha dado en nuestro Sistema Político, por lo tanto me permito catalogarlo técnicamente como sistema gravemente patológico), se produce un fenómeno que consiste en una exigencia implícita y a menudo también explícita de cese de hostilidades.

Cuando hay una amenaza común, y la supervivencia del grupo familiar está en riesgo, debe priorizarse el apoyo mutuo para hacer frente a las adversidades, por lo que se hace imprescindible una tregua en los conflictos, por muy antiguos que sean.

Incluso es un momento especialmente adecuado para la reconciliación, ya que la cercanía de la muerte relativiza la importancia de los agravios y aumenta la de valores como el apoyo mutuo y la solidaridad grupal.

La necesidad de un difunto propio para cerrar filas, es recurrente en la literatura, el teatro o el cine, en definitiva, la cultura. Lamentablemente no lo es en nuestro sistema político, gravemente enfermo de narcisismo, con un estilo de comunicación esquizofrénico, y lo peor, inculto hasta la médula, que se lanzan cifras de muertos a la cabeza, los unos a los otros, frívolamente, con finalidades puramente electorales. Estamos inmersos en un Sistema Político altamente tóxico.

6.- Disminución de la hostilidad externa

La familia en duelo experimenta un intenso dolor y aflicción, y no es infrecuente que se abandonen las tareas cotidianas, que se pierdan los patrones habituales de conducta, que se aísle, o que proyecte una imagen de vulnerabilidad hacia el exterior que es respondida con actitudes externas de compasión, respeto, protección y cariño.

En nuestra cultura no está bien visto acosar al vulnerable, así que el contexto exterior no importunará a la familia con asuntos intrascendentes. Las deudas se aplazarán, l@s amig@s y vecin@s ayudarán en lo que puedan…

Si en general todo el mundo respeta el dolor ajeno, el sufrimiento del duelo se respeta aún más, por simple empatía: nadie se libra de perder a un miembro de su familia. Esta etapa se caracteriza por la provisión de cuidados externos dirigidos a conductas defensivas de la integridad de la familia, y es el momento en que esta empieza a reorganizarse.

En el duelo que nos ocupa, la disminución de la hostilidad externa puede incluso revertirse en los desafortunados casos en que la familia se pueda ver socialmente estigmatizada por el miedo del contexto externo a que sea portadora del Covid-19 y, por lo tanto, fuente de contagio. Tomar medidas de precaución no debería aislar todavía más a las familias que han sufrido semejante tragedia en su seno.

7.- Reorganización de la relación con el medio

En esta etapa, la familia aprende a funcionar de otro modo, con la presencia de la ausencia de su ser querido. De una forma u otra se reorganizan los roles y se producen adaptaciones que hacen que cada vez sea menos necesario el soporte exterior. Se trata de una fase compleja, en la que la familia ensaya e integra otra posición de equilibrio que resulte satisfactoria para todos sus miembros.

8.- Reafirmación del sentimiento de pertenencia a la nueva familia

Es la última etapa, en la que la familia ha encontrado un nuevo equilibrio. Ha nacido una nueva familia a partir de los supervivientes de la anterior, la ausencia de la persona fallecida, y todo el rosario de ausencias de las generaciones presentes y ausentes. Para llegar a este punto, la familia habrá tenido que poner en práctica toda una serie de reorganizaciones que podríamos enumerar, por emular la estructura de comprensión del duelo individual, en las siguientes tareas:

Tareas del duelo familiar

1.- Reorganización de los sistemas de comunicación

Cada familia tiene sus propios patrones de comunicación, de forma que cada uno de sus miembros ostenta distintos roles en la transmisión de la comunicación, tanto dentro de la familia como la comunicación con el exterior.

Dependiendo del rol que tuviera la persona fallecida en cuanto a la comunicación familiar, se hará necesario el establecimiento de canales de comunicación alternativos que permitan una relación saludable entre los miembros del sistema familiar y de la familia con el exterior.

Establecer nuevas vías y roles en la comunicación no es una tarea sencilla, sobre todo si no existe una experiencia previa.

La dificultad dependerá de:

  • Las habilidades comunicacionales familiares: Una familia con numerosos canales de comunicación abiertos siempre tendrá más alternativas que otra que no los tenga. El proceso de duelo se verá facilitado por el mantenimiento de canales de comunicación adecuados con el medio externo para así facilitar el acceso a las redes exteriores de soporte.
  • Peso específico de la persona fallecida en la comunicación con el medio exterior: En el caso de familias muy aisladas, con escasa relaciona con el medio externo (por ejemplo, familias de inmigrantes), la supresión de canales de comunicación con el medio externo será catastrófica para la integridad familiar. Y aún más si el fallecido era, por ejemplo, el único que podía superar barreras idiomáticas. Estas circunstancias acostumbran a coincidir con un duelo simultáneo: el duelo migratorio.
  • Brusquedad de la pérdida: Cuanto más inesperada y brusca sea la pérdida, menos probabilidad de anticiparla y poner en marcha recursos comunicacionales alternativos con el medio exterior.

2.- Reorganización de las reglas de funcionamiento

Los patrones de conducta de las familias responden mayormente a patrones de conducta socioculturales aunque incluyen una parte propia de cada familia. Las reglas familiares se establecen a partir de la cultura, y se hace necesario adaptarlas para dar respuesta a la evolución generacional. En cualquier caso, el establecimiento de nuevas reglas lleva su tiempo.

El establecimiento de nuevas reglas familiares dependerá de:

  • Flexibilidad para modificar reglas: Las familias con un funcionamiento de tipo rígido van a tener muchas más dificultades que las familias flexibles. Puedes auto evaluar la flexibilidad de tu familia en el apartado de diagnósticos de esta web, concretamente en la página “¿Cómo es tu familia?
  • Capacidad para mantener la estructura familiar unida: El establecimiento de reglas drásticas, o reglas moderadas en familias poco flexibles puede poner en jaque la estructura familiar. El duelo familiar saludable debería caminar hacia un establecimiento de nuevas reglas que sean asumibles para la familia sin poner en riesgo su estructura en estos momentos de transformación
  • El número de reglas que sea necesario modificar: Cuantas más reglas de funcionamiento sea necesario revisar, más tiempo necesitará la familia para reestablecer un nuevo equilibrio y terminar su proceso de duelo.
  • La brusquedad de la pérdida: Una vez más, lo inesperado de la muerte es un factor que va en contra de la elaboración del duelo familiar. Siempre es menos difícil ensayar nuevas reglas de funcionamiento ante una pérdida que se puede anticipar que ante una pérdida brusca e inesperada, como lo son todas las provocadas por el Covid-19.
  • Ciclo vital familiar: Dependiendo de cuándo se produzca el fallecimiento puede coincidir con otros duelos propios del ciclo vital familiar, aspecto que complica más todavía la elaboración del duelo al tener que abordarse distintos duelos simultáneamente.
duelo
Duelos frecuentes del ciclo vital de las familias.
Cada uno de ellos está representado con un círculo de un tamaño que representa la dificultad de elaboración.
La a[dol]escencia es el primer duelo personal que definirá el patrón de elaboración de duelos del sujeto a lo largo de su vida, y ese patrón se gesta en un contexto de duelo familiar por la pérdida del “niñ@”

3.- Redistribución de roles

Los roles que desempeña cada miembro, junto con los patrones comunicacionales y las reglas de funcionamiento, conforman la estructura de la familia.

¿Quién se encarga de que? ¿Quién ostenta la autoridad? ¿Y en qué áreas?¿Los roles pueden cambiar de mano? ¿Si es así, pueden recaer en miembros a quienes nunca les deberían corresponder?. Por ejemplo, ¿hay algún hij@ que le toca (o se auto atribuye) funciones de padre o madre?. (Hij@ parentalizad@).

¿Qué roles desempeñaba el difunto? ¿Sobre quién recaen ahora? ¿Se han repartido? ¿Se ha intentado integrar en la familia a una persona externa para que los desempeñe? (Síndrome de “a rey muerto, rey puesto“).

Si el rol de la persona fallecida era de gran peso específico en la familia, la adaptación puede ser conflictiva. No es infrecuente encontrar familias que ante tamaño reto, han preferido dejar los roles del difunto en “stand by” esperando encontrar a alguien que los ostente. Tampoco es difícil encontrar padres que se han “casado emocionalmente” con la hija primogénita, para cuidar del resto de l@s hij@s. Esto es gravemente disfuncional, y compromete muy seriamente el desarrollo personal de ambos, a la vez que deja el duelo familiar congelado tanto tiempo como la familia no pueda soportar hacer frente al vacío de la persona fallecida. Si no se elabora saludablemente, emergerá en forma de patología mental entre los presentes, o incluso en generaciones venideras que ni siquiera conocieron al difunt@. Un duelo no resuelto de forma saludable es la peor herencia para generaciones futuras.

4.- Adaptación a la nueva realidad

Aceptar la nueva realidad es aceptar la nueva familia, en la que por siempre permanecerá la presencia de la ausencia de la persona fallecida. Es duro, es difícil, no todas las familias disponen de las mejores herramientas de flexibilidad homeostática. El Covid-19 y las circunstancias de pandemia todavía lo complican más.

Si la familia no puede por sí misma, siempre puede pedir ayuda profesional.

El dolor por la pérdida de un ser querido es inevitable.

El sufrimiento, es opcional.

Las familias resilientes

¿Cuáles son las características de la familia que más favorecen la elaboración del duelo?

A nivel estructural

Las familias más resilientes tienen una estructura bien definida y aceptada por todos sus miembros. Las jerarquías obedecen a las leyes naturales. B. Hellinger (2005) los denomina los “Órdenes del Amor” asegurando que los sistemas familiares se comportan como un sistema orgánico que se rige por leyes físicas, de forma que:

  • Nadie puede ser excluido del sistema.
  • El sistema se organiza jerárquicamente según el orden de llegada de cada miembro y la función que desarrolla en el funcionamiento del sistema.
  • Siempre debe haber un equilibrio entre el dar y el recibir.
duelo

En cuanto a los límites

Las familias resilientes tienen bien definidos unos límites con el exterior, que a su vez son semipermeables. De este modo pueden regular su relación con el medio, regulando el nivel de intimidad necesario en el momento del impacto de la muerte de uno de sus miembros, o abriendo la conexión con el contexto exterior para pedir o aceptar soporte.

En referencia a los límites internos ocurre lo mismo. La familia tiene los límites generacionales bien definidos, y son permeables en cuanto a la comunicación y expresión emocional. En estas familias se respeta un espacio para el desarrollo personal que convive bien con conexiones compartidas entre subgrupos o individuos.

En cuanto al estilo de respuesta

En cuanto al “Inconsciente Familiar”

Las familias más resilientes aplican estilos de respuesta asertivos, son capaces de intercambiar roles de forma fluída, comparten las emociones entre sus miembros. Son adaptables a los cambios impuestos por el destino y salen reforzadas una vez superadas las adversidades.

En su inconsciente colectivo comparten las reglas de funcionamiento que respetan de forma natural. Si es necesario, son capaces de adaptar esas reglas a las necesidades de cada momento. La concatenación de duelos de las distintas generaciones es un gran activo. Son familias con valores sólidos, y no necesitan guardar secretos de familia o mantener lealtades invisibles para seguir el ciclo de la vida en equilibrio.

Somos el resultado de una concatenación infinita de duelos generacionales. Recuperar el equilibrio es posible, y es el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros predecesores.

Enric Soler, 2020

Enric Soler

Psicólgo experto en duelo y en psicoterapia del duelo de alta complejidad

Supervisor de equipos sanitarios multidisciplinares

Tutor del Grado de Psicología de la UOC

Màster Universitari Oficial de Recerca en Psicologia de la Salut y Qualitat de Vida per la UAB



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Soy, sobre todas las cosas, un ser humano. ¡Me apasiona mi profesión! Considero a las personas como seres intrínsecamente relacionales. Creo firmemente que resulta imposible comprender al ser humano sin tener en cuenta sus relaciones. Nacemos en una familia y nos desarrollamos constantemente en interacción con los demás, y la satisfacción en estas múltiples interacciones influye de forma determinante en nuestra calidad de vida emocional; en nuestra felicidad. Me temo que como psicólogo soy un tanto peculiar. Entiendo la relación terapéutica como una relación entre dos expertos, y la base sobre la que se sustenta el cambio terapéutico. Para mí es un privilegio ser invitado por mis clientes a establecer una relación de intimidad, confianza y compromiso mutuo que implicará recorrer juntos un tramo de la teva vida.

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