
Las familias aglutinadas rígidas también son denominadas “familias anorécticas” por ser una tipología de familia que acostumbra a presentar sintomatología de trastornos de la alimentación en alguno de sus integrantes. Estas familias se caracterizan por tener muchas dificultades ante el cambio en su funcionamiento y una gran sobreinvolucración entre sus miembros. Es muy frecuente que en este tipo de familia se presente una relación simbiótica madre-hija.
Las relaciones entre sus miembros son extremadamente cercanas y ello no permite la diferenciación, de modo que se obstaculiza un desarrollo adecuado en la formación de la identidad de los adolescentes. No es bienvenido cualquier tipo de diferenciación en alguno de sus miembros: no está permitido “ser distinto”. Es extraordinariamente complicado que sus integrantes puedan desarrollar proyectos personales propios.
Habitualmente los padres desean saberlo todo sobre los hijos y no se respetan las privacidades ni los silencios. Se utiliza un estilo de comunicación de tipo pasivo-agresivo, de modo que es muy difícil negociar en los conflictos que van surgiendo con la convivencia. Al tratarse de un tipo de familia en el que todo el mundo sabe todo de todos, no hay ningún pudor en opinar y criticar la conducta de los demás sin importar los roles ni las jerarquías generacionales. Los hijos se sienten con legitimidad para participar en la toma de decisiones sobre asuntos de los padres, y éstos lo admiten bajo el pretexto de que “vamos todos a una” o de aparentar ser una “familia feliz” por el simple hecho de estar muy unida. En definitiva todos conocen, intervienen y opinan de todos, sin dejar margen a un mínimo espacio de intimidad personal.
Suelen aislarse del mundo exterior estableciendo unos límites extremadamente rígidos (siguen el lema de “los trapos sucios se lavan en casa” a su nivel más extremo). En cambio, los límites en los subsistemas familiares son absolutamente permeables hasta el punto que puede llegar a ser difícil apreciar la estructura o jerarquía familiar a partir de las conductas (Por ejemplo, es típico encontrar en estas familias expresiones tales como “Soy la mejor amiga de mi hija; yo lo sé todo de ella, y ella todo de mí”; “Salgo con mi madre a la discoteca y yo le elijo los ligues”).
De este modo, las relaciones emocionales que se establecen suelen ser de tipo simbiótico (“Quiero mucho a mi padre porque me lo permite todo, así que no le causo problemas / Quiero mucho a mi hijo porque no me da ningún problema y yo se lo permito todo”).
En este tipo de familia los roles acostumbran a ser muy marcados (unos mandan y los otros obedecen, y eso no se cambia) y estereotipados, es decir que la asignación de funciones en sus miembros sigue un patrón fiel a un modelo de generaciones anteriores. Por ejemplo: si es costumbre familiar que la hija menor no empiece un proyecto personal propio o la formación de una nueva familia, y sea implícitamente designada a hacerse cargo del cuidado de los padres mayores, así se hará aunque esto afecte a su desarrollo personal o represente un agravio comparativo respecto a sus hermanos mayores, especialmente los de género masculino.
La disciplina en este tipo de familias es muy rígida: Las normas explícitas o implícitas de la familia no se negocian ni se discuten, ni muchísimo menos, se cambian.

Sintomatología que suele aparecer en este tipo de familia:
- Anorexia y otros trastornos de la alimentación.
- Enfermedades crónicas y psicosomáticas
- Dificultades en el desarrollo personal
Advertencia: este es el modo en que percibes a tu familia, por lo tanto, una visión subjetiva de ella. Invita a un familiar tuyo a que haga el test y comparad las diferencias. Igual descubres que no todos perciben la familia del mismo modo.